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Analizando las múltiples situaciones que se dan en las relaciones entre los miembros de la empresa familiar, es notable observar, a diferencia de otras Organizaciones, un singular cuidado por evitar la confrontación.

Y ya no se trata del rechazo a confrontar de manera agresiva ni despectiva ni humillante, sino simplemente el temor a expresar distintas miradas sobre una misma realidad. La sensación de que una opinión diferente puede ser el detonante para que salgan a la luz todo tipo de emociones que están siendo sostenidas con el hilván de la estructura familiar.

Cuántas decisiones se toman y negocios se cierran en un clima de aparente consenso donde todos tienen claro que ninguna discrepancia tiene más valor que un relajado almuerzo dominical.

Y entonces para qué expresar posturas diferentes que pueden dar lugar a incómodas críticas donde allí sí aparecerían toda suerte de rivalidades, envidias, luchas de poder y celos originados, quizás en experiencias infantiles que nada tenían que ver con los negocios.

Se corre el riesgo, entonces, de enterrar posibilidades de crecimiento, de realización personal en un marco de respeto y cordialidad que bien puede darse más allá de las discrepancias.

Cuánto más rica y exitosa sería la Empresa familiar si sus socios se pararan desde el lugar de la escucha constructiva donde la mirada del otro sería vivida como aporte y no como crítica destructiva.

El “no estar de acuerdo” no es con el otro sino con lo que el otro propone, y desde allí se puede construir y no confrontar.

El primer paso es tomar conciencia que en el mundo de los negocios toda mirada diferente vale como aporte, y es necesario que se escuche, se respete y se considere como posible, más allá de que quien la exprese sea el pariente que, por alguna situación familiar, en algún momento, haya merecido un rótulo condenatorio.

El que cada miembro del Directorio de la Empresa Familiar pueda despojarse del traje de hijo, primo, hermano o padre para ubicarse en el rol del gerenciamiento y funcionar como tal, puede ser la clave para que cada uno experimente el sentimiento de realización personal, y que la Organización sea el fruto de vínculos sanos, creativos y exitosos.

LIC. TERESA SIRVÉN. Psicóloga por la Universidad Católica Argentina. Coach Ontológico Profesional. Universidad de Belgrano. Coach Organizacional. Universidad de Belgrano. Especialista es Management, con amplia trayectoria en Consultoría, Coaching y Recursos Humanos. Directora de TERESA SIRVÉN MANAGEMENT CONSULTING. www.teresasirven.com.ar