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Una jornada de pesca implica planificación, principalmente en la elección del río. La misión es clara y en función de ella preferimos un río en el cual prepondera la cantidad de peces por sobre el tamaño o viceversa. ¿Tendrá esto que ver con competir por diferenciación o por costo -Porter-? Tal vez.

Una vez en el río nos sentamos en la orilla a observar, a estudiar los hábitos y el comportamiento que, en ese momento, tienen los peces. Es una especie de estudio de mercado a partir del cual convenimos un señuelo u otro. El objetivo ahora es claro: engañar al pez con el señuelo (que simula algo vital para él) para sacarlo fuera del agua. Seducir al consumidor a través de una necesidad, tentarlo y captarlo (NO CAPTURARLO) sería ésta más una diferencia que una similitud.  Y una vez que lo poseemos tratarlo con cuidado, admirarlo, estudiarlo y devolverlo sano y salvo nuevamente a su hábitat, lo que nos garantizará seguir disfrutando de esta actividad en el futuro, para justamente, pescarlo de nuevo. ¿»Fidelización» le suena?

Generalmente el pescador se dirige a un único tipo de pez cuando decide emprender la actividad y se prepara exclusivamente para ese nicho. Lo estudia y ejecuta el plan en detalle. Paso a paso. Se pone en el lugar del pez, cual #Benchmarketing.

En la pesca la mejor publicidad es parecerse lo más posible a lo natural, alejándonos de lo artificial para que el pez no nos detecte como intrusos, sino como aliados. Para que nuestro señuelo artificial parezca un insecto real… ¡Y cuánto hay de parecido con el #Marketing! ¿Cuantas publicidades señuelos simulan soluciones a problemas que no existen?

Cuando me acerco sigilosamente al río para no ser detectado y espantar a los peces siento que se parece tanto a las publicidades que buscan introducirse discretamente a nuestro subconsciente… y no nos damos cuenta hasta que de repente… nos pescan!!! 🙂

A veces me pregunto quién pesca a quién. Quizás tal vez, remotamente tal vez, son los peces que pescan al pescador y es éste el engañado. Subestimar al pez es como subestimar al consumidor… al fin y al cabo quién elige finalmente si morder a un insecto o a un señuelo es el pez. Tan instintivo como el consumidor en un mercado. Aprender tiene que ver con respetar que quién elige, es el otro.

Ésto nos enseña que el instinto es mucho más fuerte. Tentar al instinto del pez hace al pescador afortunado. Descubrir el instinto humano hace exitoso al emprendedor.

¿Será un mito que pescar muchos peces es una cuestión de suerte? Realmente no lo creo. En la pesca deportiva hay tantas variables manejables como lo hay en los negocios. Por supuesto que una cuota de suerte siempre es bienvenida, pero no es el aliciente primordial para acercarse del éxito. Más lo es entender el instinto del otro, y por sobre todo, el instinto propio: el instinto de pescador, EL INSTINTO DEL EMPRENDEDOR.