¿Existe?

Pareciera que los líderes debieran manejar con cautela la soledad; cautela y responsabilidad. Muchas de las decisiones son valoradas en equipo, discutidas, debatidas e incluso generadas en las mismas reuniones. Pero el líder sabe muy bien que el objetivo no es encontrar una solución o propuesta que satisfaga a todos, sino una solución que aporte el mayor valor al proyecto, aunque no todos los integrantes del equipo queden satisfechos con ella. Es allí en donde quien maneja el timón del barco domina las posibilidades de ir hacia un lado o hacia el otro, las opciones están allí, pero la decisión final y la acción es alcanzada siempre en ese instante de soledad. Es el último chequeo previo a la acción en el cual se le da una última oportunidad al futuro de cambiar.

El líder domina la capacidad de improvisar y de alargar ese instante a tal punto en el cual esa soledad pasa a ser un refugio, una habitación vacía de ideas, en silencio, en paz… en donde sólo él se halla. El diálogo es consigo mismo y con todas sus versiones, incluso la más crítica de el, o la influenciada en el afuera por el resto. En esa habitación van ingresando sus pensamientos y sentimientos, todos comprometidos con el único objetivo de encontrar la mejor idea o solución para un problema.

La soledad del líder es tan importante como la compañía, como el equipo que lo rodea y es por ello que para desarrollar un liderazgo de alto rendimiento es importantísimo explorar y entrenar la capacidad de dominar la soledad.

Esto se puede generar:

  • Ordenando siempre las ideas
  • Priorizando las opciones
  • Descomprometiéndose con todos, salvo con el proyecto
  • Accionando con autocrítica
  • Debatiendo en equipo y pensando en soledad

Cómo decía Marcos Ferdinand:

El liderazgo es la otra cara de la moneda de la soledad, un líder siempre debe actuar por sí solo. Y por sí solo, aceptar todo.

Otras notas sobre la soledad de los líderes:

Los autores de «La soledad del directivo» nos muestran las claves para ejercer un buen liderazgo: