Existen varias formas de clasificar a los colaboradores, empleados o jugadores según distintos criterios. En este post vamos utilizar una clasificación que nos servirá para GUIAR mejor a nuestro equipo y obtener el máximo rendimiento de cada integrante.

Podemos clasificarlos en:

  1. Los que no saben que saben: Este tipo de personas se caracterizan por una baja autestima. Generalmente son quienes hace mucho que trabajan en una misma empresa o en un mismo puesto. Son quienes adquieren, en forma lenta y continua, un aprendizaje sistemático que se aplica solamente a un proceso. Estas personas, cuando descubren que realmente saben, se motivan por un lado y se desmotivan al pensar que están desaprovechados. Puede ésto generar que intenten buscar otros trabajos o bien soliciten una mejora en el acuerdo salarial. En estos casos es bueno adelantarse, ayudarlos a reconocer su experiencia y plantearles un nuevo desafío. Este grupo tiene una tendencia a la desmotivación y a la rutina. No son aptos para puestos jerárquicos y suelen ser muy fieles a los principios de la empresa. Muchas veces descubren todo lo que saben después de renunciar por aburrimiento o desmotivación.
  2. Los que saben que no saben: Es uno de los mejores grupos. Es el ignorante por excelencia pero el ignorante consiente, real. El ignorante sano. Es una ignorancia positiva, dado que enmarca un límite del conocimiento. Sabe que sabe hasta ese límite. En realidad este tipo de persona es muy buena en todo grupo. Es la personalidad práctica, pragmática, simple, rápida, resumida, de poco márgen de error, eficiente. La contra de este grupo es que no es un grupo que arriesgue, ni tampoco es creativo. Son personalidades más bien técnicas con un propósito claro: hacer lo que saben porque son consientes de que saben que no saben. Temerosos al error. Aprenden lento y van siempre a lo seguro. Esto los ayuda a equivocarse poco y a tener un alto grado de eficiencia con las tareas que conocen.
  3. Los que no saben que no saben: Definitivamente éste es el peor grupo de todos. Son personas arrogantes, charlatanes, no miden las consecuencias y el margen de error en sus tareas es altísimo. Son peligrosos ya que no saben tampoco sobre los riesgos de hacer mal algo que piensan que saben hacer, pero que en realidad no tienen idea. Estas personas NO DEBEN estar en un grupo de trabajo. Deben ser capacitados inmediatamente y coacheados hasta que puedan, al menos, saber que no saben. Debemos tener mucho cuidado con estas personas. Su característica principal es que se animan a todo y a todo dicen que sí. Siempre tienen respuestas y muy pocas preguntas. Son de leer mucho pero poco, es decir empiezan muchas lecturas que dejan incompletas. Casi siempre han dejado a la mitad algún estudio o capacitación. Siempre dicen saber más que sus jefes o sus profesores. Son altaneros y les gusta hablar. Pregonan con la teoría pero en la práctica son muy pobres. Prefieren buscar excusas. Poseen un alto grado de carpetas médicas y faltas justificadas. Son expertos en echarle la culpa a los demás o en buscar razones por las cuales algo no se hizo bien. Nunca asumen la responsabilidad.
  4. Los que saben que saben: Es definitivamente el experto. Es el que sabe que sabe. El que lo que hace, lo hace bien. El que conoce con exactitud sus límites. Es primo hermano del que sabe que no sabe. Con la diferencia de que este tipo de persona es menos temerosa que el otro. Arriesgan y exigen al máximo su conocimiento. Les gustan los desafíos y son muy buenos aprendiendo cosas nuevas y ampliando sus límites. Son de los que aprenden y aplican y luego enseñan lo aplicado. Son creativos y multitasking. Les gusta saber y buscan tareas que dominen sin embargo no temen aceptar desafíos porque aprenden fácilmente y no harán nada que no sepan hacer, es decir, se capacitarán hasta saber, y luego harán. Es el líder por excelencia.